Ausencias
- ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EN 28 FEBRERO 2014
- ESCRITO POR: ALVARO LOUREIRO
“Y nunca nos separarán”
Las relaciones entre los seres humanos a menudo sufren los llamados destiempos, a lo largo de los cuales la atención, el entusiasmo, el aprecio o el amor entre las partes implicadas no se dan en proporciones equivalentes. Esos desencuentros provocan alejamientos que el afectado muchas veces desconoce, no entiende o se niega a aceptar, al extremo de imaginar que la ausencia no es tal y que el ausente habrá de regresar en breve. Tal el tema que preocupa aquí al noruego Jon Fosse, pronto a describir los desencuentros que, en principio, afectan a una pareja, pero quizás terminen por incidir en un tercer personaje. Con refinado poder de observación, Fosse hace constar que aun una mujer inteligente, como parece ser la protagonista, es capaz de engañarse dejándose llevar por excusas que ella misma elabora para no enfrentar la realidad. De esos pretextos que hombres y mujeres sacan a relucir para intentar sentirse mejor, sin darse cuenta de que a la larga les llegará algo peor, se tiñe el desarrollo de un texto que en el fondo recuerda la necesidad de no hacerse trampas y tratar de resolver los problemas sin evadir evidencias que casi siempre rompen los ojos. Si bien Fosse parece posar la vista sobre una primera implicada, al tiempo la visita –real o ficticia– del ausente le permite señalar que similares ausencias puede sufrir quien ha decidido partir, que nadie está libre de sentirse afectado por la distancia establecida por otros, como sería el caso de una tercera en discordia, a quien tampoco nadie librará de que le suceda algo similar. Una historia de todos que, con la mayor sutileza, toca por cierto a quienes se sientan a contemplarla en insospechada igualdad de condiciones.
La dirección de Ana Peri Hada aprovecha a fondo las idas y venidas –reales o imaginadas– de tres personajes que, en principio, creen hacer lo que deben pero poco a poco revelan la innata inseguridad que es preciso combatir –aunque no siempre se puede– para salir a flote. Una muy verosímil Carla Moscatelli como la aparente anfitriona trasmite al personaje las corrientes opuestas de convicción y duda que tiñen a quien se dice fuerte pero dista de serlo. Algo frío en sus primeras escenas, Alberto Percia logra hacer crecer a su “ausente” a medida que va descubriendo el proceso que lo mueve, en el que Verónica Mato tiene la oportunidad de dejar la huella sensible de quien no sabe todo lo que sucede en su entorno. Un trío y no un triángulo que la puesta pone de relieve con un fondo que deja ver a los personajes –no a los actores– cuando no están en escena, inteligente toque apenas disminuido por algún innecesario cambio de atuendo. La canción en vivo con que la excelente Maia Castro abre el espectáculo impresiona como una buena idea que no se integra después demasiado con un desarrollo en el cual, si bien la dueña de casa canturrea en español, la banda sonora acude a temas afines –como la jazzística “After You’ve Gone”–, que al sonar en inglés no armoniza con el resto. Un resto que, por cierto, da en el blanco. Va en el Paseo del Hotel, propicio nuevo espacio ubicado en la avenida Agraciada, muy próximo al Prado.
La dirección de Ana Peri Hada aprovecha a fondo las idas y venidas –reales o imaginadas– de tres personajes que, en principio, creen hacer lo que deben pero poco a poco revelan la innata inseguridad que es preciso combatir –aunque no siempre se puede– para salir a flote. Una muy verosímil Carla Moscatelli como la aparente anfitriona trasmite al personaje las corrientes opuestas de convicción y duda que tiñen a quien se dice fuerte pero dista de serlo. Algo frío en sus primeras escenas, Alberto Percia logra hacer crecer a su “ausente” a medida que va descubriendo el proceso que lo mueve, en el que Verónica Mato tiene la oportunidad de dejar la huella sensible de quien no sabe todo lo que sucede en su entorno. Un trío y no un triángulo que la puesta pone de relieve con un fondo que deja ver a los personajes –no a los actores– cuando no están en escena, inteligente toque apenas disminuido por algún innecesario cambio de atuendo. La canción en vivo con que la excelente Maia Castro abre el espectáculo impresiona como una buena idea que no se integra después demasiado con un desarrollo en el cual, si bien la dueña de casa canturrea en español, la banda sonora acude a temas afines –como la jazzística “After You’ve Gone”–, que al sonar en inglés no armoniza con el resto. Un resto que, por cierto, da en el blanco. Va en el Paseo del Hotel, propicio nuevo espacio ubicado en la avenida Agraciada, muy próximo al Prado.
BRECHA FEBRERO 2014